Chicos de Simoca escribieron y publicaron sus propios cuentos.
“El cofre de los sueños” es el producto de un taller literario escolar. Cuando se abre el cofre de los sueños es posible encontrar una vaca que se disfraza de avión para poder volar o una jirafa que, de tanto ensayar, salió campeona de monopatín o un sulky mágico que brillaba con su caballo sin dientes y que recorría el mundo. El cofre en cuestión es un libro de poemas y microrrelatos producidos en el taller literario que iniciaron hace dos años los chicos de la Escuela Josefa Díaz, de Simoca. A través de este trabajo muestra cómo, a veces, la creatividad de los docentes se impone sobre las carencias de la institución.
“En el taller los chicos fueron perdiendo la timidez para expresarse, lograron producir textos, leen los cuentos que escribieron y están orgullosos de ello. Para que al alumno le gusten la literatura y la lectura, el maestro tiene que demostrar que le gusta leer”, afirmó la vicedirectora, Sara Díaz.
Estela, maestra de EGB1, explicó que los chicos acceden a libros de texto que les facilitan los propios maestros. “Como somos una escuela urbana nos llega menos material que a las escuelas rurales. Y en realidad, aunque nuestra escuela esté en el centro de Simoca, las necesidades son las mismas que las del campo. Nos han llegado este año algunos manuales pero nada de literatura”, afirmó Estela.
La vicedirectora explicó que el libro “El cofre de los sueños” - que fue uno de los atractivos de la II Feria del Libro Infantil y Juvenil que concluyó el sábado, fue realizado y editado gracias a beneficios. Del mismo modo pudieron comprar una computadora, en la que está cargada “la memoria” de esta comunidad educativa en la que los niños se animan a crear relatos de ficción casi desde que aprenden a escribir mamá. “Ya estamos trabajando en la segunda edición, que estará dedicada a Simoca: su tradición, su historia, sus edificios, entre otros aspectos”, apuntó Díaz. Agregó que la comunidad de la escuela no trabajó sola sino en red, con escuelas cercanas, como la 230 y la especial Dardo Molina.
Por su parte, las autoras del proyecto, Carolina Solórzano y Virginia Paz, destacaron en el prólogo del libro que el taller literario “abrió su magia en el año 2005 con niños de primer grado, que despertaron su gusto por la literatura gracias a los cuentos narrados por sus padres, abuelos, tíos y docentes”. El eco de esas voces está presente en la obra, que tiene dibujos hechos por los alumnos.
Facundo Amaya, de 8 años, no se achica cuando le piden que relate su cuento “La familia Spart”. Se trata de una familia de ratones que vivía en una cueva hasta que una víbora gigante los quiere comer, pero ellos logran huir a otra ciudad “en un autito construido por ellos”.
“¿Cómo se te ocurrió esa historia?”, preguntó LA GACETA. “Pensando”, respondió Facundo, que parece haber encontrado en la escritura la forma de contar el mundo donde vive y de soñar los mundos en los que le gustaría vivir.
Feria Provincial del Libro